Algo de como soy:

A estas alturas de la vida… siempre en continuo aprendizaje, curiosa por aquellas cosas que aún desconozco, buena gente, sociable, perfeccionista, muy amiga de mis verdaderos amigos, inquieta e impaciente, con ganas de forjarme un futuro que abra puertas.

Con sangre Española e italiana, pero contenta de haber nacido canaria 100%.

Llena de fe en las cosas que puedo ver a largo o corto plazo, un miembro más de quienes buscamos ser perfeccionistas en los pequeños detalles.

Mi parte humana no me permite ser una persona ególatra pero con seguridad de que en mi cabeza alberga un pequeño sistema solar.

Nací mujer y libre, y libre pienso morirme.

En contra de la discriminación por inclinaciones sexuales, credo, razas, contextura física o corporal, pues... detesto la Xenofobia, Homofobia, el Racismo, el Etnocentrismo, las almas que por temor a cambiar las cosas son capaces de justificar lo injustificable y personas con mentes Tercermundistas y vacías porque creo en la evolución positiva y productiva enriquecedora de un buen futuro.

Amo la vida y sobre todo el diseño....

La creación es un don, valora, respeta y convive.

Un beso enorme para ti que has leído esto,

Ainara

Sello

Una reflexión:

Primero se llevaron a los negros,

pero a mi no me importó porque yo no lo era.

Enseguida se llevaron a los judíos,

pero a mi no me importó porque yo tampoco lo era.

Despues detuvieron a los curas

pero como yo no soy religioso tampoco me importó.

Luego apresaron a unos comunistas,

pero como yo no soy comunista tampoco me importó.

Ahora me llevan a mi

pero ya es tarde........

(Autor: Alberto Bres)

Regalo de mi primis Sylvia
Gracias primis me encantó tu regalo.
Puedes concerla visitando su blog
Aqui
Hoy recibi un premio
de manos de mi amiga Gra
una gran artista del pixel
Puedes conocerla visitando su blog
Aqui:
http://gra-designs.blogspot.com/

premio Gra
Mil gracias Gra por el premio
me encantó y es el primero de este año
que recibo.
Se lo voy a pasar a mis amigos:
Jose
Sonia
Sylvia
Puedes visitar sus blogs
haciendo click
en sus nombres

martes, 22 de diciembre de 2009

--------Feliz Navidad--------





A continuación voy a exponer unos regalitos que me ha echo


mi amigo Jose para estas fechas.


Para ver la imagen en su tamaño original click en ella

Regalo de Jose

Mil gracias Jose me encantaron tus regalos,


aquí la otra


Regalo de Jose

Puedes conocerlo visitando su blog


Cosas y casos




Les deseo en estas fechas para todos ustedes  prosperidad,




que todos tus deseos se realicen ahora y siempre


y sobre todo


mucho amor para compartir,


te mando muchos besos


y que tengas una


Felíz Navidad y un próspero año nuevo,








sábado, 7 de noviembre de 2009

-----------------Termina Halloween---------------





Termina halloween,

pero aun han quedado ganas de la estética dark,

almenos por mi parte,

así que estrenamos una plantilla nueva,

un poco tenebrosa quizá,

pero me ha molado.

Muchas gracias por visitar este blog

y leer mis chorradas jajajajja.

Un beso enorme para ti,

Ainara.




sábado, 24 de octubre de 2009

-------Recuerdos de un alma condenada-----








Regalo de mi primis Sylvia,

muchas gracias mi cielo me encantó tu regalo,

puedes conocerla visitando su blog


Si deseas ver la imagen a mayor tamaño

click en ella




RECUERDOS DE UN ALMA CONDENADA


Recuerdo aquella noche, ha pasado tiempo; recuerdo su delicado cuerpo tendido en el suelo; recuerdo su piel blanca, mas blanca que lo normal, aun mas blanca que esta hoja de papel; recuerdo su largo cabello negro, brillante, en parte debido a los débiles rayos de luz de luna que entraban por la ventana, pero mas que nada brillante por la sangre que lo humedecía; recuerdo su hermoso rostro encerrado en una expresión, casi imperceptible, de terror; recuerdo sus ojos azules, inertes, descubiertos, observando fijamente la figura de aquel que los había marchitado, aquel que les había arrancado su luz, luz que había convertido la mirada de su dueña en la mirada mas bella y encantadora, mirada que me cautivo y enamoro, pero que en ese momento se había convertido en una mirada fría y opaca, una mirada que me condenaba, provocando en cada centímetro de mi ser una terrible sensación de escalofrió, sensación hasta aquel momento desconocida por mi.



También recuerdo haber sentido su ultimo aliento cerca de mi cuello, su ultimo latido en mi pecho, su cuerpo cayendo en una horrible relajación, su miedo transformarse en una inusual calma, calma provocada por el desprendimiento de su alma mortal, calma que indicaba que su vida estaba por concluir en ese momento; aunque también recuerdo parte de su esencia impregnada en lo mas profundo de mi ser, quedándose dentro de mi.



Ahora me pregunto: ¿Que esperanza podría existir para alguien que no se le otorgo el don de amar? ¿Que consuelo podría ofrecerse a aquel que lo ha perdido todo? Aquel que ha perdido lo único que amaba, aquel que ha perdido una salvación para su alma; la respuesta es sencilla: No existe esperanza alguna para un ser creado por el deseo de Dios, para un ser cuyo único propósito es servir, para un ser castrado de todo sentimiento humano; no podría existir esperanza para un ángel, un ángel que conoció al ser mas sublime de toda la creación, un ángel que se enamoro perdidamente de el, de su forma de ser, de sentir, de expresar y de vivir; no, definitivamente no se puede ofrecer consuelo a un ángel enamorado que no sabia amar.



Decidí cortar mis alas por ella, decidí negar el destino que el creador tenía planeado para mí, decidí darle la espalda al todopoderoso solo para estar con ella, ¡Ah! Si tan solo hubiera sabido lo que nos esperaba, habría abandonado mi empeño de estar junto a ella, habría preferido pasar mil eternidades sin su amor en lugar de hacerle daño; y es que un ángel sabe muy poco de sentimientos, y cuando es convertido en humano, no encuentra la manera de expresarlos, no encuentra la manera de dar un beso, ¡Le es imposible! ahora lo se.



La noche que me convertí en humano fui a su casa y desde la ventana de su habitación la observe, se encontraba acostada sobre su cama durmiendo, tal vez soñando con nuestro amor, imaginando que éramos libres para poder amarnos. Por primera vez la vi con ojos mortales y me enamore aun mas de ella, la observe por un largo momento, embelesado, también imaginando y soñando despierto; tal vez sintió mi mirada, pues abrió súbitamente sus ojos, se levanto buscando a su alrededor aquella presencia que había perturbado su sueño y me reconoció, apresurada y sorprendida, fue a abrir los cerrojos de aquella enorme ventana para dejarme pasar y así lo hice, una vez dentro le platique lo sucedido, su rostro se ilumino como nunca, dio un salto de alegría y me regalo un abrazo seguido de un beso en los labios, yo intente corresponder a sus caricias y no se como paso, pero el beso se mancho de sangre, ¡Oh! Su dulce sangre, cuando la probé no pude detenerme, el deseo de beber mas fue lo único que me regia en ese momento, mas sangre, ¡Mas! ¡mas! ¡mas! Mordí su cuello y bebí, arrebatándole la vida, apenas si escuche sus gritos ahogados, lo que si escuche claramente fue una pregunta en un susurro proveniente de su voz agonizante: ¿Por que? Cuando escuche aquellas palabras me di cuenta de lo que estaba haciendo, la aleje de mi y su cuerpo sin vida cayo al piso, mire atónito mi crimen y lo único que hice fue caer arrodillado y llorar durante toda la noche, ¡Ah! esa noche aprendí mucho de los sentimientos humanos.



Cuando los primeros rayos de sol entraban a la habitación, note que la luz me lastimaba como si quemara mi piel, así que me oculte en las sombras hasta que de nuevo anocheciera, observando todo ese día el cuerpo sin vida de la única mujer que había amado y que yo mismo asesine. Al parecer su ausencia no fue notoria ya que nadie fue a buscarla hasta ya caída la noche, cuando escuche pasos que se aproximaban a la habitación salí por la ventana, huí y me refugie en este apartado y abandonado lugar. Fue así como la noche se convirtió en parte de la condena, condena por mi desobediencia y por mi crimen; la sed de sangre aumento y beber ese precioso líquido se convirtió en la única manera que tengo para sobrevivir. Han pasado ya mas de cien años desde aquella noche, a veces me gustaría verme en un espejo solo para saber que tan viejo estoy, pero no puedo. ¿Cuanto durará la condena? Creo que la eternidad tiene la respuesta. Mientras tanto esperare y recordaré.
 



El escrito y los gifs animados proceden de la pagina:



miércoles, 14 de octubre de 2009

---------------El fantasma del panteon---------







Este relato es de una experiencia que tuve cuando trabajaba de taxista en mi ciudad natal que es la Paz allá en México. Era común escuchar experiencias de compañeros taxistas que llevaban a una mujer al panteón y que desaparecía súbitamente al momento de pasar por el mismo, yo no creía en estas cosas y pensaba que sólo eran relatos inventados para divertirse, pero su creencia era tal que cuando alguien les pedía la parada en la calle de la 16 de septiembre lo ignoraban aun cuando se traba de un hombre y menos vestido de negro.




En una noche de principios de invierno, andaba yo por la avenida 16 de septiembre y revolución de 1910 cuando me pide la parada una persona que estaba justo en la esquina de las calles anteriormente mencionadas, ésta persona se me acercó y me preguntó que cuanto le cobraba por llevarla al panteón, aquí hay que resaltar que hay una colonia llamada el panteón ya que en esa zona se haya el panteón municipal de los san Juanes.



Siguiendo con mi relato, cuando ella me hubo preguntado que cuanto le cobraba por llevarla yo le podía haber cobrado ya un poco más de lo que usualmente porque la tarifa sube más cuando pasa después de la media noche pero como la persona se trataba de una mujer muy bonita con el rostro pálido, ojos negros, cabello lacio muy oscuro como la más negra de las noches y un poco nerviosa por que ella estaba sola y a lo mejor pensaba que yo le podía hacer algo malo, así que todo eso lo tomé en cuenta y le cobré más bajo de lo normal, ella subió y nos dirigimos a la colonia el panteón, como yo suelo ser una persona muy platicadora con los pasajeros a los que llevo le preguntaba cosas usuales como le fue en su trabajo si es que lo tiene etc. pero ella con una voz que me causaba conmoción me contestaba muy reservada y evitaba mucho ser vista cubriéndose el rostro con su cabello.



Así fue que ya estábamos llegando a la colonia del panteón cuando al pasar por enfrente del mismo panteón municipal yo me di la vuelta para preguntarle hacia adonde exactamente la tenía que llevar y fue en ese momento me estremecí cuando con mis propios ojos observé que ella se desvaneció como el aire, paré el auto bajé, y no la vi por ningún lado, entonces respiré hondo pensando en que pudo haber sido un sueño, pero no era así, en verdad yo había llevado a un fantasma al panteón, quizás para intentar descansar en paz. Luego de esto me pongo a pensar en que si existen los fantasmas y cada vez que paso por la avenida 16 de septiembre después de la media noche me santiguo pidiendo a Dios por el descanso de aquella mujer.
 



El escrito y los gifs animados proceden de la pagina:



viernes, 2 de octubre de 2009




Feliz Halloween



Hola a todos,

llega mi epoca favorita del año


y aprovecho para cambiarle un poco la cara al blog.

Estoy remodelando y os deseo un feliz Halloween a todos,

besitos.



domingo, 14 de junio de 2009






(Imagen regalo de Jose)

Puedes conocerlo

visitando su blog

AQUI




Los sentimientos y cualidades



Cuentan se reunieron en la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres...
Cuando EL ABURRIMIENTO ya había bostezado por tercera vez, LA LOCURA, como siempre tan loca, les propuso -"¡Vamos a jugar al escondite!".

Ante esa invitación LA INTRIGA levantó su ceja intrigada y LA CURIOSIDAD, sin poder contenerse, preguntó:

-"¿Al escondite?. ¿Y como se juega eso?.

- "Es un juego"- explico LA LOCURA-

"en el que yo me tapo la cara para no ver y comienzo a contar de 1 hasta 1 millón, mientras ustedes se esconden; y cuando yo haya terminado de contar los buscaré y, al primero que encuentre ocupará mi lugar para continuar con el juego, una vez que encuentre a todos".

Ante esa apasionante forma de explicar de LA LOCURA, EL ENTUSIASMO bailó acompañado de LA EUFORIA.


LA ALEGRIA se puso a brincar y de tantos saltos terminó por convencer a LA DUDA para que jugara con ellos, incluso a LA APATÍA le llamó la atención, aunque nunca le interesaba nada.

Pero no todos quisieron participar en el juego:


LA VERDAD prefirió no esconderse. ¿para que?. Si al final siempre la hallaban.

LA SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto y molesto (aunque en el fondo lo que realmente le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella).


LA COBARDIA prefirió no arriesgarse...


EL PESIMISMO exclamó: -"¡ Hay que complicado! yo mejor no juego porque seguro me encuentran primero y pierdo"

-" Uno, dos, tres..."- comenzó a contar LA LOCURA.

La primera en esconderse fue LA PEREZA, que como siempre, se dejó caer tras la primera piedra que encontró en el camino.

LA FE subió al cielo, y LA ENVIDIA se escondió tras la sombra del TRIUNFO, que con su propio esfuerzo logró subir a la copa del árbol mas alto.

LA GENEROSIDAD, por su parte, casi no lograba esconderse, y es que cada sitio que encontraba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos, antes que para ella.

Pensaba: -"¿Qué tal si me escondo en un lago cristalino?, mmm..., no, no, eso es ideal para LA BELLEZA; ¿Qué tal detrás de un árbol?, mmm..., tampoco ahí es ideal para LA TIMIDEZ; ¿Y en el Vuelo de una mariposa?, no, es lo mejor para LA VOLUPTUOSISDAD; ¡Ya sé! Me esconderé en la ráfaga del viento..., ...mmm... no, ahí es ideal para "LA LIBERTAD". Así buscó y buscó hasta que se escondió en un rayito de sol.


EL EGOISMO, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, un lugar ventilado, cómodo..., pero solo para él.

LA MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arcoiris), y LA PASIÓN y EL DESEO, en el centro de los volcanes.

EL OLVIDO... se me olvidó dónde se escondió, pero eso no es importante.


Cuando LA LOCURA contaba -"...999,999..."-,

EL AMOR no encontraba sitio donde esconderse, pues ¡Todo se encontraba ocupado!...

...hasta que divisó un bello rosal y, enternecido mientras jugaba, decidió esconderse entre sus flores.

-"...¡1 millón!..."- contó LA LOCURA y comenzó a buscar.

La primera en aparecer fue LA PEREZA, estaba solo a tres pasos junto a una piedra.

Después encontró a LA FE, es que la escuchó dialogando con Dios acerca de "mover montañas".


A LA PASION y EL DESEO los halló al sentir sus vibraciones cerca de los volcanes.

En un descuido encontró a LA ENVIDIA y, claro, pudo deducir donde estaba EL TRIUNFO.

AL EGOISMO no tuvo ni que buscarlo, pues el solo salió disparado de su escondite pues había resultado ser un nido de avispas.

LA LOCURA, luego de tanto caminar, sintió sed y acercándose al lago para beber, descubrió a LA BELLEZA.

Y con LA DUDA resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre un duro tronco, sin decidir aun de que lado ocultarse.

Muy cerca de LA DUDA encontró a LA IGNORANCIA, que nunca supo donde esconderse.


Así fue encontrando a todos.

EL TALENTO entre la hierva fresca, a LA ANGUSTIA en una obscura cueva, a LA MENTIRA detrás del arco iris... (mentira, si estaba en el fondo del océano), y hasta EL OLVIDO, que ya se le había olvidado de que se trataba el juego y seguía sin entender.


Pero solo EL AMOR no aparecía por ningún lado.

LA LOCURA lo buscó detrás de cada árbol, en cada arroyuelo del planeta, en las cimas de las montañas, incluso, ante su desesperación hizo trampa y le preguntó a LA IGNORANCIA si lo había visto, -"Yo no se nada..." - le respondió; y cuando estaba apunto de darse por vencida, LA PASIÓN se ofreció a ayudar ya que tenía muchas ganas de encontrar EL AMOR, LA LOCURA divisó un pequeño rosal y observó que se movían sus flores.

LA PASIÓN Entonces tomó los tallos de varias rosas y comenzó a mover fuertemente el rosal con sus ramas...

De pronto ¡Un doloroso grito se escuchó!. Las espinas del rosal habían herido en los ojos a EL AMOR, LA LOCURA Y LA PASIÓN, impresionadas ante tal accidente, no sabían que hacer para disculparse; rogaron, lloraron, imploraron, suplicaron perdón y ¡Hasta prometieron ser sus fieles acompañantes por toda la eternidad!.

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la tierra, "EL AMOR es ciego y va siempre acompañado de LA PASIÓN Y LA LOCURA.



Encontrado en la red.


no conozco el autor.


lunes, 25 de mayo de 2009









El collar de turquesas



Detrás del mostrador el hombre miraba distraídamente hacia la calle mientras una pequeña niña se aproximaba al local.
Ella aplastó su naricita contra el vidrio del espectacular aparador y de pronto sus ojos color miel brillaron cuando vio determinado objeto.
Ella entró decididamente en el local y pidió ver un hermoso collar azulque le había llamado la atención y le dijo al vendedor:
“Es para mi hermana. Podría hacerme un lindo paquete?”
El dueño del local, quien estaba a un lado, miró a la chica con cierta desconfianza y con toda tranquilidad le preguntó:
“Cuánto dinero tienes, pequeña?”
Sin alterarse ni un instante, la niña sacó de su bolsillo un atadito lleno de nudos, los cuales delicadamente fue deshaciendo uno por uno.
Cuando terminó, colocó orgullosamente el pañuelo sobre el mostrador y con inusitado aplomo, dijo:
“… Esto alcanza, no?”
En el pañuelo solamente había unas cuantas monedas…
Mirando al dueño con una tierna mirada que expresaba una mezcla de ilusión y tristeza le dijo:
“Sabe, desde que nuestra madre murió, mi hermana me ha cuidado con mucho cariño y la pobre nunca tiene tiempo para ella…”
“Hoy es su cumpleaños y estoy segura que ella estará feliz con este collar, porque es justo del color de sus ojos…”
El empleado miraba al dueño sin saber qué hacer o decir, pero éste sólo le sonrió a la niña, y se fue a la trastienda, y personalmente lo envolvió en un espectacular papel plateado e hizo un hermoso moño con una cinta azul.
Ante el estupor del empleado, el dueño colocó el hermoso paquete en una de las exclusivas bolsas de la joyería y se lo entregó a la pequeña diciéndole:“Toma, llévalo con cuidado.”Ella se fue feliz saltando calle abajo.
Todavía no había terminado el día cuando una encantadora joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el negocio.Colocó sobre el mostrador el paquete desenvuelto y preguntó:
“Este collar fue comprado aquí?”
El empleado cortésmente le pidió que esperara un momento y fue a llamar al dueño, quien de inmediato regresó, y con la más respetuosa sonrisa le dijo:
“Sí, señora, este collar es una de las piezas especiales de nuestra colección exclusiva y en efecto, fue comprado aquí esta mañana”
“Cuánto costó?”
“Lamento no poder brindarle esa información, señora. Es nuestra política que el precio de cualquier artículo siempre es un asunto confidencial entre la empresa y el cliente”
“…Pero mi hermana sólo tenía algunas monedas que ha juntado haciendo muñecas de trapo con ropa vieja, pues mi sueldo es demasiado modesto y apenas nos alcanza para sobrevivir. Este collar ciertamente no es de fantasía, y ella simplemente no tendría dinero suficiente para pagarlo…!
El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio casi ceremoniosamente, y con mucho cariño colocó de nuevo la cinta diciendo mientras se lo devolvía a la joven:
“Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar:
Ella dio todo lo que tenía.”
El silencio llenó el local y las lágrimas rodaron por el rostro de la joven, mientras sus manos tomaban el paquete y saía de allí lentamente, abrazándolo fuerte contra su pecho.


Autor desconocido




“Si un día tienes que elegir entre el mundo y el amor,
Recuerda:
Si eliges el mundo quedarás sin amor, pero si eliges el amor, con él conquistarás al mundo”
Einstein




El sol y la luna



Cuando el SOL y la LUNA se encontraron por primera vez se enamoraron perdidamente y desde ahí comenzaron a vivir un gran amor.
El mundo aun no existía y el día que Dios decidió crearlo, les dio un toque final… ¡el brillo!
Dios decidió que el SOL iluminaría el día y que la LUNA iluminaría la noche y por ese motivo estarían obligados a vivir separados.
Ambos fueron invadidos por una gran tristeza y cuando se dieron cuenta que nunca más se encontrarían…
La LUNA fue quedándose cada vez más triste. A pesar del brillo dado por Dios, ella se sentía sola.
El SOL a su vez, había ganado un titulo de nobleza “ASTRO REY” pero eso tampoco le hizo feliz.
Dios viendo esto los llamó y les explicó:
Tú, LUNA, iluminarás las noches frías y calientes, encantarás a los enamorados y serás frecuentemente protagonista de hermosas poesías.
En cuanto a ti SOL, mantendrás ese título porque serás el más importante de los astros, iluminar la Tierra durante el día, darás calor al ser humano y solo eso hará a las personas más felices.
La LUNA mas triste se puso con ese cruel destino y lloró amargamente y el SOL al verla tan triste, decidió que no podría ser débil, ya que debía darle fuerzas y ayudarla a aceptar lo que Dios había decidido.
Aun así, el estaba tan preocupado que decidió pedirle algo a Dios:
Señor, ayúdale a la LUNA por favor, es mas frágil que yo, no soportará la soledad…
Y Dios… en su gran compasión… creó las estrellas para hacerle compañía a la bella LUNA.
La LUNA siempre que esta muy triste recurre a las estrellas que hacen de todo para consolarla, pero casi nunca lo consiguen.
Hoy ambos viven así… separados, el SOL finge que es feliz, y la LUNA no puede disimular su tristeza.
El SOL arde de pasión por ella y ella vive en las tinieblas de su pena.
Dicen que la orden de Dios era que la LUNA debería de ser siempre llena y luminosa, pero no lo logró… porque es mujer y una mujer tiene fases… Cuando es feliz, consigue ser llena, pero cuando es infeliz es menguante, ni siquiera es posible apreciar su brillo.
LUNA y SOL siguen su camino. El solitario pero fuerte y ella, acompañada de las estrellas, pero débil.
Los hombres intentan constantemente conquistarla, como si eso fuese posible. Algunos han ido incluso hasta ella, pero han vuelto siempre solos. Nadie jamás ha conseguido traerla hasta la tierra, nadie realmente ha conseguido conquistarla por más que lo intentaron.
Sucede que Dios decidió que ningún amor en este mundo fuese realmente imposible, ni siquiera el de la LUNA y el SOL… fue en ese instante cuando El creo el Eclipse.
Hoy SOL y LUNA viven esperando ese instante, esos momentos que les fueron concedidos y que tanto cuestan que sucedan.
Cuando mires al cielo, a partir de ahora y veas que el SOL cubre a la LUNA es porque el SOL se acuesta sobre ella y comienzan a amarse. Es a ese acto de amor al que se le dio el nombre de Eclipse.
Es importante recordar que el brillo de su éxtasis es tan grande que se aconseja no mirar al cielo en ese momento, tus ojos pueden cegarse al ver tanto amor.
Ahora ya sabes… esta es la bella historia del SOL y la hermosa LUNA, esa historia que fue capas de erizar tu cuerpo al pensar que puede ser tu historia de amor…





El amor y el tiempo




Había una vez una isla muy linda y de naturaleza indescriptible, en la que vivían todos los sentimientos y valores del hombre; El Buen Humor, la Tristeza, la Sabiduría... como también, todos los demás, incluso el AMOR.
Un día se anunció a los sentimientos que la isla estaba por hundirse.
Entonces todos prepararon sus barcos y partieron. Únicamente el AMOR quedó esperando solo, pacientemente, hasta el último momento.
Cuando la isla estuvo a punto de hundirse, el AMOR decidió pedir ayuda.
La riqueza pasó cerca del AMOR en una barca lujosísima y el AMOR le dijo: "Riqueza… ¿me puedes llevar contigo?" - No puedo porque tengo mucho oro y plata dentro de mi barca y no hay lugar para ti, lo siento, AMOR…
Entonces el Amor decidió pedirle al Orgullo que estaba pasando en una magnifica barca. "Orgullo te ruego… ¿puedes llevarme contigo?
No puedo llevarte AMOR… respondió el Orgullo: - Aquí todo es perfecto, podrías arruinar mi barca y ¿Cómo quedaría mi reputación?
Entonces el AMOR dijo a la Tristeza que se estaba acercando: "Tristeza te lo pido, déjame ir contigo". - No AMOR… respondió la Tristeza. - Estoy tan triste que necesito estar sola.
Luego el Buen Humor pasó frente al AMOR, pero estaba tan contento que no sintió que lo estaban llamando.
De repente una voz dijo: "Ven AMOR te llevo conmigo". El AMOR miró a ver quien le hablaba y vio a un viejo.
El AMOR se sintió tan contento y lleno de gozo que se olvidó de preguntar el nombre del viejo.
Cuando llegó a tierra firme, el viejo se fue. El AMOR se dio cuenta de cuanto le debía y le pregunto al Saber: "Saber, ¿puedes decirme quien era este que me ayudo?".
-"Ha sido el Tiempo", respondió el Saber, con voz serena.
-¿El Tiempo?... se preguntó el AMOR, ¿Por qué será que el tiempo me ha ayudado?
Porque solo el Tiempo es capaz de comprender cuan importante es el AMOR en la vida.

lunes, 23 de febrero de 2009






Acércate,

no te ciegues más por el destino del hombre,

yo encuentro bajo las ramas del amor y el odio,

en todas las pobres y tontas cosas que un día viven,

Eterna Belleza vagando en su errante vía.







La Amante Macabra.


Todo comenzó el 23 de marzo de 1632.En la calle de la Esmeralda, las campanas de la iglesia dejaban sonar su claro y alegre repique, con el que anunciaban un acontecimiento especial: la ordenación como sacerdote del joven Luis de Olmedo y Villasana.De rodillas ante el altar, el joven atendía la solemne ceremonia, presidida por el obispo; el fragante olor del incienso y de las flores frescas, los dulces cánticos de los acólitos que entonaban la misa en latín, sellaba el ambiente de la iglesia.
Luis de Olmedo agradecía a Dios por haberle permitido alcanzar sus ambiciones, el deseo de su vida, y esta muestra de fervor ante la imagen no era ajena a los asistentes. Lo contemplaban con emoción, a sabiendas de que sus virtudes, que destacaban entre la frívola corte de la nueva España, eran la promesa de contar con un sacerdote que seguramente procuraría guiar a las almas por el buen camino.
Entre los fieles, sin embargo, no todos vieron en él a un ser inmaculado. Una mujer, de ojos negros y profundos, observó su figura esbelta, varonil, que se distinguía pese a su sotana.La bella mujer siguió la ceremonia, pendiente de los gestos y movimientos del apuesto religioso, y cuando éste recibió al fin la bendición, dos lágrimas nublaron sus ojos.
Más no era la culminación del rito lo que la conmovía, sino su pasión, que surgió impetuosa al ver su rostro, cuando al dar la vuelta, se encaminó hacia la salida.En silencio, con la cabeza casi baja, el padre Luis agradecía tímidamente las felicitaciones de la gente, que lo abordaba desde uno y otro lado del pasillo, pero al pasar junto a la mujer, sintió una sacudida terrible, que le hizo levantar la vista. Sus ojos acariciaron los de ella. Miró el amor, la pasión, la promesa de una entrega absoluta, urgente; todo ello le ofrecía aquella desconocida, que en esos momentos le dijo en su pensamiento:
“¡Si quisieras ser mío, yo te haría más feliz que cuanto pueda hacerte Dios en el paraíso!”.
Arrebatado en su contemplación, el joven no pudo disimular la pasión extraña y repentina que en él había surgido. Como ella, se quedó inamovible, perplejo, hasta que la mujer, segura ya del sentir que había despertado en el joven, le tomó la mano, la oprimió con fuerza al tiempo que le dijo en voz muy baja, en tono de reproche:
—¡Desdichado! ¿Qué has hecho?
Anonadado, retiró la mano que parecía quemarle. No supo cómo logró salir de la iglesia y esquivar a tanta gente, que arrodillada o de pie le quería besar la mano, encomendarse a su fe, felicitarlo. ¿Cómo salvarse de la vergüenza que sentía? ¿Cómo era posible que le hubiera pasado esto? Él, ¡que hacía unos minutos apenas se ordenaba! El dolor era más profundo aún porque entendió, que acababa de perder su alma.
No conoció la tranquilidad a partir de entonces. En su celda, semidesnudo, se dispuso a infringirse terribles y espantosas penitencias, mas ni los ayunos, ni los rezos, ni el látigo que extraía la sangre de su espalda, consiguieron alejar el recuerdo de la mujer.
Su cuerpo yacía; exhausto, pero su mente seguía fresca, sus pensamientos sólo repetían la pregunta:
“¿Cómo hacer para verla otra vez? ¿Quién es ella?”.
Días después, una mano sigilosa deslizó un papel bajo la puerta de su celda. El padre quitó el sello; intrigado, leyó las pocas letras:
“Clara Monteagudo. Casa de las Arsinas. Calle de las doncellas”.
Violento, estrujó el papel, lo arrojó al piso:
—¡Clara Monteagudo! ¡La pecadora más famosa de la corte! ¡Oh Dios! ¡Es una aliada del demonio!
Cuenta la leyenda que a los dos días, como si fuera una respuesta a su conjuro, recios golpes se escucharon en la puerta de su celda. Entró el superior, quien tras una larga arenga sobre sus obligaciones como nuevo sacerdote, le indicó que se le había asignado una parroquia pobre y alejada de la ciudad, que habría de administrar de inmediato.
El padre Luis aceptó de buena gana, con el deseo de alejar de su mente el tortuoso recuerdo de la mujer, que ya se había convertido en una obsesión.
—¡Sí, padre superior! justo lo que deseo es una parroquia fuera de la traza de la ciudad, o en alguna provincia.
—Me complace mucho vuestra respuesta, padre Luis.
El anciano sacerdote creyó que la intención del joven era servir a Dios de un modo humilde y desinteresado. Equivocado como estaba, no muy lejanos se hallaban los acontecimientos que traerían la verdad.Al amanecer, el padre Luis abandonó el convento, en compañía de un novicio.
Su parroquia se hallaba lejos, al norte de la ciudad, en lo que hoy se conoce como Garita de Peralvillo.
Atravesaron la ciudad caminando, como acostumbraban hacer sus diligencias los religiosos de este tiempo. La ciudad se hallaba a oscuras, fría, silenciosa, sumida entre sueños. Más al pasar frente a una casona de dos pisos, cuyos balcones destacaban, grandes y tenuemente iluminados, el padre se detuvo, con el corazón anhelante, dejando escapar su pensamiento:
—¡Ahí está ella! ¡Oh, Dios Mío! ¡Dejadme contemplarla una vez más!
—¿Os sentís mal, padre?
—Preguntó el novicio, al ver su palidez e indecisión.
—No. ¡Vamos ya!
Dos semanas transcurrieron. Los trabajos en la parroquia eran innumerables, mucha gente necesitaba de sus auxilios materiales y espirituales, y a ello se entregó febrilmente.
Pero en la soledad de su habitación, en la recóndita hora de la noche que escogía para sus oraciones y descanso, se postraba inútilmente ante el altar. Era imposible orar.
Su imagen se le aparecía, con sus ojos profundos mirándolo, llamándolo, imperiosa o suplicante. Entonces lloraba, pedía perdón al Cristo que lo miraba desde el crucifijo, le suplicaba liberarlo del terrible maleficio; más luego depositaba un beso, suave y reverente, en la mano que la mujer le había oprimido. Le parecía escuchar las palabras que Clara Monteagudo le dijera en la iglesia:
“¡Desdichado! ¿Qué has hecho?”.
—¿Qué hice? ¡Ordenarme sacerdote! No... no sólo eso... ¡Renuncié al amor!
¿Acaso debo ser casto para siempre? ¿Acaso he de llevar por siempre esta sotana negra, que ha de ser mi sudario cuando me envuelvan en el ataúd?
Se asustaba de sus reflexiones, temía un castigo divino, pero al fin, dando un paso al frente, tembloroso, desesperado, su deseo se manifestó, rotundo:

-¡No puedo más, Dios mío! ¡Tengo que verla! ¡Sólo una vez más!Afuera, el manto de la noche, negro y denso, soltó su furia.
Los rayos trazaban grietas luminosas al tiempo que la lluvia tormentosa se dejó caer. El padre Luis se puso su sayal y sombrero, y abandonó la parroquia, al amparo de las sombras.
Cuando llegó al límite de la traza de la ciudad, una voz ronca y sombría lo detuvo, lo llamó por su nombre. El padre volteó a mirar al hombre que se encontraba a unos pasos de él.
Mulato, de aspecto humilde pero de talante orgulloso y decidido, traía consigo dos caballos cuyas riendas sujetaba con la mano. El padre, acercándose de mala gana, le contestó:
—¿Qué queréis?
—¡Padre, os pido auxilio para un moribundo!
—¡Ahora no, que llevo prisa! ¡Acudid a otro religioso!
—¡Ah, padre! Si os negáis, ¡A fe mía que os parto el corazón!
—Dijo empuñando su arma.El sacerdote miró el puñal, mas no era la muerte lo que temía, sino perder la ocasión de cumplir con su propósito.
Entonces dispuso:
—Bien, bien... os acompañaré.
—Preciso es cubriros los ojos.
El padre aceptó que el hombre lo vendara, extrañado pero tranquilo por cumplir lo que creía un acto obligatorio de su investidura. Cabalgaron por un tiempo sobre los vigorosos corceles, entre la lluvia incesante y el silencio nocturno. Al fin, su misterioso acompañante le ordenó detenerse, lo ayudó a desmontar.
—Hemos llegado, padre, aquí es el lugar de vuestra misión.
—¿Qué misión?
—¡No preguntéis! ¡Sólo obedeced, y nada os pasará!
El hombre lo guió de prisa a través de una callejuela, abrió una puerta, y después de introducirlo a un aposento, le quitó la venda. El lujo de la estancia sorprendió al padre, quiso preguntar el nombre del dueño, quitarse las ropas mojadas, pero ya no tuvo tiempo de nada, porque en ese momento, el mismo hombre que lo había traído abrió de prisa una puerta que daba a un espacio interior:
—¡Entrad! ¡Vamos, apurad!
Otro sirviente, que aguardaba al padre dentro de la alcoba, volteó a verlos en cuanto entraron, con un gesto abatido le dijo:
—¡Demasiado tarde es! ¡La Señora ha muerto!
Al tiempo que esto pronunció, el sirviente se hizo a un lado, entonces se pudo ver a una muerta, acostada sobre su lecho y amortajada entre cuatro cirios.
—¡Clara! ¡Clara, sois vos!
El padre Luis no halló qué hacer, no podía creer lo que veía, pero el sirviente lo sacó de su estupor.
—Ella os esperaba, padre, me hizo ir por vos. Más si no pudisteis salvar su alma ¡Velad al menos su cuerpo durante esta noche!
El padre obedeció, confundido, torpe en sus movimientos. Extrajo el rosario que solía guardar en la pequeña bolsa de su sotana, y comenzó a orar, a correr las cuentas. Pero no pudo hacerlo, se detenía en una frase y allí se quedaba, repitiéndola, sin darse cuenta.
Al fin, al escuchar la puerta cerrarse tras de sí, con los pasos de los dos sirvientes alejándose, se atrevió a mirarla.Vio su rostro lozano y su cuerpo, joven y hermoso, que la muerte no parecía haber maculado. Pero al alargar su mano para tocar la de ella, sintió la rigidez, la frialdad, el pulso inexistente.
Así transcurrió la noche; el padre velaba con ardoroso cuidado a la muerta, sin pensar ni preocuparse ya por el pecado, por él mismo y su futuro. Sólo atendía a su dolor, a su amor truncado, al momento privilegiado que le parecía vivir al estar con su amada aunque fuera en la muerte.

Pero el amanecer se aproximaba y con él la separación. Así, al verla otra vez, pálida y rígida, recordó su mirar, su pasión prometida, pensó en el vacío en que habría de vivir en adelante, y con un impulso ya irreprimible, se inclinó sobre la muerta y besó sus labios suavemente.
Más de pronto, su beso se detuvo cuando una leve respiración se unió a la suya y le devolvió la caricia; el cadáver le abrazó, su rostro cobró vida, en susurros le dijo:
“¡Te he esperado tanto, que he muerto! ¡Pero volveré a ti todas las noches, porque soy tuya!”
Al tiempo que la soltó, aterrorizado, confundido, el cuerpo volvió a quedar rígido. Entonces, sobrevino una ráfaga de aire que entró por la ventana abierta y apagó los cirios.
Dicen los documentos de la Santa Inquisición que el padre Luis se desplomó sin sentido, sobre la muerta. Creyó haber tenido una alucinación o haber sido objeto de un hechizo.
Cuando volvió a tomar conciencia, se encontró ante el padre superior, que lo observaba angustiado. Al querer levantarse de la cama, vio que estaba en la celda de su presbiterio. Quiso hablar al padre, preguntar qué había pasado, pero el superior lo hizo acostarse de nuevo. Trató de calmarlo, observando su fatiga y debilidad. Le pidió callar, y entonces le contó extensamente lo sucedido, para al fin concluir:
—El sirviente de esa desventurada os trajo aquí, de regreso, hace dos días.
—¡Ay, padre! ¡Está muerta!
—¡Claro que está muerta! Gracias a Dios terminarán las tremendas orgías que celebraba en su palacio! ¡Se acabaron sus malos ejemplos! ¡Mirad que hasta el virrey acude a sus cuidados! Y fijaos, qué atrevimiento:
personajes allegados a esa disoluta, pretendían que fuera enterrada en terreno sagrado, pero el Santo Oficio no lo permitió, de modo que su cuerpo pecador reposa ahora en aquella colina... -dijo, señalando la pequeña loma que a lo lejos se miraba desde la ventana-.

Ahora descansad, que ya es de noche; debéis reponer vuestras fuerzas.
—Padre, debo deciros... yo...
—Le dijo incorporándose.
—¡Por Dios, hijo mío! ¡Ni vos ni nadie podía salvar esa alma condenada! ¡No penséis más en ella! ¡Esa mujer tenía vendida ya su alma al demonio con su conducta disoluta!
El padre Luis se recostó otra vez, cerró los ojos. Momentos después, el superior abandonó la habitación, creyendo que ya dormía.Quizá esto sucedió realmente, él no lo supo a ciencia cierta, porque la inquietud dominaba su mente, más allá del sueño o la vigilia.
Tenía la certeza de su muerte, más sentía que no lo estaba realmente, sentía su presencia, tenía miedo de ello, pero a la vez, el deseo de verla lo vencía.Cuando las campanas de la iglesia terminaron de dar los doce tañidos, golpearon a la puerta de su parroquia. Como entre sueños se levantó, abrió la puerta, y ante él apareció el sirviente mulato, que con voz cavernosa le apuró:
—¡Venid, Señor! ¡Mi ama os espera!
Al lado del sirviente que ya espoleaba su caballo, montó en el corcel, que corrió, libre y seguro entre el oscuro paraje y la majestuosidad de los árboles. La casona de las Arsinas se vislumbró, fría y serena se alzaba en medio de la noche.Esta vez entró por la puerta principal; el sirviente lo condujo a una habitación lujosa, en cuyo lecho se hallaban ropajes dispuestos para él, que el sirviente le mostró.Mudó rápidamente su sotana por un traje de fino corte, cuya seda y terciopelo se ajustaba con perfección a su figura. Así se observó en el espejo, parecía el más gallardo caballero de la corte, su mismo gesto había cambiado.Detrás de él, de pronto, llegó la voz dulce de Clara Monteagudo.
Él no volteó, quiso mirarla a través del espejo, pero su imagen no se reflejaba. Mas al volverse se encontró con ella.
—¡Aquí estáis! ¡Viva estáis! ¡Sois realidad o una quimera venida de extraños territorios!
¡No sé...! ¡No quiero saber...!
Vino el beso, el roce, el deseo al fin cumplió su cometido.Ya muy entrada la noche, ambos descansaban en el lecho, más aún en el ensueño, el padre Luis observó su palidez, su expresión desencajada, como la de una moribunda. Por un momento, creyó percibir en el ambiente un olor a tierra mojada, o más bien a humedad de tierra de sepulcro. Mas su idea se detuvo cuando ella le dijo:
—¡Tengo sed! ¡Dadme una fruta!
El joven tomó una manzana de las viandas cercanas, la cortó, pero al hacerlo se hirió el dedo.
—¡Te has hecho daño, bien mío! ¡Deja que te cure!
La mujer tomó su mano, besó su dedo y bebió, anhelante, las pequeñas gotas que salían de la herida. Aún saboreando el líquido dijo, casi para sí:
—¡Sangre bendita es! ¡Sangre del amor bendito!
Él la escuchó, asombrado, porque al caer ella en sus brazos, y antes de quedarse dormida, sus ojos lo miraron, brillantes como nunca, más dominados ahora por un tono rojizo.Durante tres semanas el idilio continuó, hasta que una tarde, el padre se encontró en su celda, despertado por el prior. Preocupado, éste quiso saber la razón de su agotamiento.
Se había desmayado en dos ocasiones mientras oficiaba la misa, actuaba como un sonámbulo, y, peor todavía, tenía noticias de que se flagelaba todos los días al terminar los maitines, lo que le parecía muy extraño, dadas sus cualidades de santo varón.
Entonces el padre Luis, cansado ya de padecer a solas su dilema, decidió contar en confesión lo sucedido. Conforme su relato avanzó, el superior mostró su consternación.
—¡Yo sé que son pesadillas! ¡Sé que Ella ha muerto y sin embargo, la veo todas las noches! ¡Me visita o yo acudo a su mansión!
—Decís que... ¿Bebéis con la pecadora antes de...?
—Sí, un vino suave y dulce que me causa sopor. Pero padre, creédme: ¡Son sólo sueños, sueños concupiscentes!
El padre superior se quedó en silencio por un momento, meditando; mientras, el religioso esperaba, deseoso de lograr que le otorgara la absolución. Pero en su lugar le dijo:
—Tal vez no habéis soñado... Mirad, hijo, esta noche, cuando en vuestro “sueño” ella os ofrezca la copa de vino, fingid que la bebéis y fingid que estáis dormido.
—¡No entiendo!
—¡Sólo tenéis que obedecer! ¡Después me contaréis el fin de dicho sueño y ya veremos qué se hace!
Esa noche, el padre Luis siguió paso a paso las instrucciones de su confesor. Tomó la copa de vino, y fingió caer en un sopor profundo.
Clara lo condujo al lecho, lo cobijó solícita mientras él, recostado hacia el lado izquierdo, dormía en apariencia.Por unos momentos le acarició el cabello suavemente, le dijo al oído frases amorosas, más de pronto comenzó a llorar; abrazándolo, le susurró vehemente:
—¡Pobre amor mío, qué pálido estáis! Os aseguro, que sólo beberé un poco de vuestra sangre, sólo tomaré de vuestra vida, lo que me basta para que no se extinga la mía. Si no te amara tanto, bien podría servirme de las venas de cualquier otro, pero desde que te vi, desde que te amé, todos me repugnan.
Con una pequeña aguja, Clara hizo una incisión en su brazo derecho y bebió, apurada, unos cuantos sorbos de su sangre. Después le colocó un pequeño emplasto en el lugar de la herida; se sentó a su lado, lo miró con ternura.
Él abrió los ojos lentamente, como entre sueños la miró, rozagante, llena de vida; en su mirada estaba otra vez el fulgor, y un brillante color rojo nutría sus pupilas.
Acarició su rostro, la atrajo hacia sí. Quería decirle que su sangre era para ella, que gustoso se la daba. Quería amarla como nunca, entregarse. Pero no pudo hablar, se sentía débil, mareado, unas náuseas profundas lo dominaban. De pronto, todo se oscureció ante su vista, de muy lejos escuchó la voz de Clara, su voz, que se perdió con sus palabras:
—¡Perdonadme, perdonadme Luis!Ella lo abrazó, confundida, aún le dijo:
—¡Volved en ti, amadme otra vez!
¡Y cómo, insensata! ¡Oh torpeza, oh vicio terrible! ¡Minar el cuerpo de quien amo! ¡Insípida sangre he de beber cuando vos desaparezcáis!
Al día siguiente, el padre Luis se hallaba ante el prior. No quería contarle lo sucedido, pensaba, aún esperanzado, que todo había sido un sueño, aunque mucho antes de la trampa ya había notado la fisura en sus brazos, ya presentía. Pero entonces, si hablaba, su amante correría peligro. El superior le reconvino:
—Tenéis obligaciones con Dios ¿Habéis olvidado vuestros juramentos?Acorralado, el padre contó todo lo ocurrido.
—Ya no me cabe la menor duda, esa mujer es un vampiro, y tiene pacto con el diablo. Ahora me explico las muertes atribuidas a los murciélagos en los últimos tiempos.
—¡Fue un sueño, padre!
El superior, sumamente enojado con el joven, se le acercó, levantó la manga de su sotana y quitó el emplasto que cubría la herida.
—¿Y qué decís de esto?
Nada pudo contestar el religioso. Entonces, el superior le ordenó:
—Nos veremos al pie de la colina a las cinco de esta tarde. Traed una pala, un cordel grueso, y agua bendita.
Ascendieron la cuesta; el superior, con ánimo enérgico, el padre Luis, serio y pensativo. Al llegar a la cumbre, caminaron hasta detenerse en un llano; en él se hallaba un árbol y a un lado una tumba sencilla, en cuyo frente se alzaba una estela de madera con una inscripción que decía:
C. M.El padre Luis se estremeció, caminó hacia atrás, en ademán de retirarse, pero el superior lo detuvo, tajante. Cavaron sin mucho esfuerzo, la tierra se sentía ligera; luego levantaron el pesado ataúd con la ayuda de una cuerda, y entonces, sudorosos y cesantes, abrieron la caja.
Dentro descansaba Clara. Su rostro se veía lozano, sus mejillas sonrosadas, su cuerpo, fresco y garboso como cuando vivía. En sus labios, que esbozaban una breve sonrisa, manaba una pequeña gota de sangre.
Al verla así, el padre Luis se conmovió; en sus ojos se asomó el deseo de huir con ella en brazos, de alejarla del prior, que en cuclillas la observaba, con la mano temblorosa empuñando una estaca puntiaguda.
A lo lejos se escucharon los siete repiques del anochecer, justo provenientes del campanario de su parroquia. Entonces el prior se irguió, y en el momento en que impulsó su diestra para atacar, el padre Luis lo sujetó del brazo.
—¡No! ¡No!
—¡Quitad, insensato!Lucharon por un instante y al fin, el padre cedió;
el prior atravesó el corazón de la mujer con el certero golpe de su estaca. Un grito de dolor resonó en la colina.El rostro de la muerta se volvió rígido, una expresión dura, colérica, la cubrió, pero en seguida, el prior roció el cadáver con agua bendita, y éste se convirtió en polvo.
—¡Ahí tenéis a esa mujer vampiro, adoradora del mal!
El padre no lo escuchó, todo para él había sido una pesadilla.Ya en la noche, postrado ante el altar, murmuraba una súplica de muerte, cuando de pronto, percibió el aroma de tierra de sepulcro, al tiempo que un aire frío inundó la estancia.
Cuando levantó la cabeza, tuvo ante él la visión.La figura de Clara, era la misma, pero estaba pálida, demacrada, tenía el gesto duro, sombrío, que le vio antes de desaparecer.
—¿Qué hicisteis? ¿Por qué me traicionasteis? ¿Acaso no os he dado felicidad?
—¡Sí! ¡Y os daré toda mi sangre, toda la que precisáis!
—¡Es demasiado tarde! ¡No volveremos a vernos!
—¡Llevadme con vos, señora! ¡Decid si mi alma puede ser prenda para vos! ¡Llevadme!
Clara ya no respondió. Su imagen desapareció entre la bruma.
Un día después, el prior y el sacerdote fueron llamados por el Santo Oficio para dar su testimonio.
Se esclareció que muchas muertes ocurridas en ese tiempo, inclusive de personas notables, fueron causadas por los vampiros. Se aseguró que Clara Monteagudo pertenecía a este grupo y que, como ellos, quizá había hecho proselitismo entre los habitantes de la Nueva España, a través de sus relaciones en la corte.
El Santo Oficio determinó que la relación de los hechos fuera guardada cuidadosamente, a fin de evitar el escándalo. No debía conocerse nada, sobre todo acerca del destino del sacerdote, cuya exaltación y visos de locura, sellaron el tono de su relato.


---Anonimo---

Vengo de un camino pedregoso,
aun sabiendo el camino era fuérte,
marche erguida como quién vence,
con un saco de sueños fracasados.
Inventádote vivía siémpre,
presa por un amor limpio y tierno.
Tropecé en mi afán por encontrarte
y me dí de bruces cuantas veces.
Camino nuevo quiéro que abramos,
nuestras pisadas sean constantes,en concreto,
firme, no fingidas.
No demos pisadas simuládas.
En tu amor mis ójos hoy se posan,
ya no busco ótros senderos.
Siento tus manos en mis hómbros,
como las alas que me robaron.

lunes, 16 de febrero de 2009

Holaaaaaa
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